EL CENTRO DE GRAN CANARIA
Escuchas el sonido del mar y sientes el calor de la arena al clavar tus pies en ella. Acabas de salir de darte en un baño en una soleada tarde de invierno y la piel aún mojada recibe con ganas la caricia solar. Hueles a la crema solar que has tenido que usar para que el color no te delate tanto a tu vuelta. Abres tu libro y te dejas llevar por la sensación de verano en pleno diciembre. Entre cada pasar de página, te viene a la cabeza el frescor que sentías esa misma mañana al andar entre el pinar de Tamadaba. El olor a bosque, a tierra húmeda, a aire limpio. La sensación de verano se vuele alpina y recuerdas cómo esa misma noche, al salir de la casa cueva donde habías pasado la tarde, el cielo era tan estrellado que parecía que se te caería encima, haciéndote estallar en pura luz. El día anterior habías recorrido el camino hasta llegar al emblemático Roque Nublo, habías paseado por el pintoresco pueblo de Tejeda para acabar conversando en la casa cueva de uno de los habitantes de Acusa Seca. Esta historia puede ser tuya tan solo en Gran Canaria, donde para convertir tu día de playa en un trekking a través de bosques y riscos basta con desearlo.